jueves, 7 de enero de 2021

Amante del incesto


Por: Ximena R/Columnista invitada

Con mi hermano empezamos cuando yo tenía 12 años y el 17. Yo a él lo veía tener sexo con sus novias, fueron varias veces las que lo vi, hasta que un día me pilló, pero no dijo nada.

Después en la noche entro a mi habitación, yo estaba despierta pero él pensaba que dormía, se puso enfrente y ahí lo pude ver desnudo, con su pene erecto, masturbándose al mirarme.


Luego se acercó y comenzó a tocarme hasta llegar a mi calzón, tocó mi vagina por encima de mi ropa interior, después corrió el calzón a un lado y me metió un dedo. Ya a esa altura estaba muy mojada.

Agachó su cara hacia mi vagina y me la comenzó chupar. No aguanté más, lancé una de mis manos a su pene. Me pidió que se la chupara, estuvimos así, intercambiando lamidas en nuestros sexos como por 20 minutos, hasta que se animó a decirme que me quería penetrar.

Me saco el calzón, me abrió de piernas y me la hundió despacio. Comenzó a moverse lento pero profundo, se sentía calentito. Luego aumentó la velocidad de sus movimientos, eran rápidos y profundos.

Quise subirme y cabalgarlo, y así lo hice. Él se acostó y yo solita me la acomodé y me la metí. Comencé a subir y a bajar lento, fue tan rico que me hizo ver las estrellas. Después me puse en cuatro y él me la volvió a meter, sabía cómo hacerlo.

Yo estaba embelesada, pero él mató mi encanto al advertirme que estaba a punto de correrse. Claro que terminé dejándome llevar, y fui yo la que le animó a que me arrojara todo su semen en mi interior. Me envicié un poco del miembro de mi hermano, y eso que ya conocía el de mi papá desde hace unos meses.

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